El investigador del CONICET criticó los manejos de los empresarios nacionales y su falta de compromiso para invertir en el país.
“El empresariado argentino, con el mayor de los respetos pero también con la mayor de las fuerzas, ha sido predominantemente favorable a estar prendido de la teta del estado antes que a invertir o a crear nuevas tecnologías o nuevas áreas de producción. Y en ese contexto es cada vez más difícil, porque no sólo no mejora nuestra capacidad de producción, sino que también nos alejamos cada vez más de la media internacional”, sostuvo Javier Lindenboim .
El economista de la UBA pasó por un nuevo programa de Pulso Político junto a Daniel Bilotta, donde analizó la relación que tuvo el kirchnerismo con los dueños de las corporaciones argentinas: “A los empresarios no les terminaba resultando incomodo, más allá de gustos personales, que el funcionamiento de la economía argentina se diese como venía planteándolo el gobierno kirchnerista, porque los requerimientos efectivos que el estado podía hacerle al sector empresario para compelirlos a mejorar la inversión productiva no estaban. Se acordaban de que la economía estaba concentrada cuando querían pelearse con un multimedio conocido, pero efectivamente no se modificaba nada”.
Y agregó: “Las grandes cadenas de comercialización de productos alimenticios se reían de las brabuconadas de Guillermo Moreno porque sabían que lo que tenían que hacer era fijar dos o tres productos que Moreno les establecía que tenían que tener un tope, como lo hizo con la cadena de McDonalds, y con los demás tenían libertad total para moverlos a su antojo. Por lo tanto, había un mecanismo perverso por el cual buena parte de las ventajas relativas del sector asalariado en la distribución de la torta estaban originadas no tanto en que le capturaran parte de la ganancia al sector empresario, sino más en que participábamos todos en la sociedad de comernos parte de la riqueza que la Argentina había acumulado”
Por otra parte, expresó que durante el periodo de gobierno de Cambiemos “la calidad del empleo fue horrible”. “El resultado práctico para los asalariados en Argentina durante este lapso es de pérdida de capacidad de compra de sus ingresos”, aseguró. Y se mostró a favor de que se debata una reforma laboral: “Si la reforma laboral se trata de actualizar normas que tienen cuarenta años de existencia, yo no tengo dudas de que es necesaria. Y los dirigentes sindicales que se niegan a discutirla deben ser marcados con el dedo porque van en contra de los propios trabajadores a los que se supone que están defendiendo. Pero al mismo tiempo insisto en que no puede ser que la reforma laboral sea aquello que se plantee para que los empresarios ganen más guita y punto. Esa no es la cuestión. La sociedad tiene que plantearse algunos equilibrios que nos cuesta encontrar”.
Y para concluir contó lo que espera de quien fue su alumno en la facultad, Axel Kicillof, como gobernador de la provincia, si llegara a ganar las elecciones en octubre: “Pienso que va a ser una pieza más en la maquinaria que manejó la Provincia de Buenos Aires durante casi tres décadas continuas. Me parece que los deméritos que puso en evidencia a cargo del Ministerio de Economía no creo que se puedan transformar en virtudes para el manejo de un bicho tan complejo como es el gobierno de la provincia”.
Sábado 31/08/2019
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