LA RIESGOSA JUGADA DE MILEI EN MORENO; POR CECILIA DI LODOVICO

LA RIESGOSA JUGADA DE MILEI EN MORENO; POR CECILIA DI LODOVICO

Javier Milei se subió a una caravana junto a su hermana Karina y al polémico diputado José Luis Espert en pleno Lomas de Zamora, uno de los distritos kirchneristas del conurbano bonaerense.

Permítanme dudar de la hipótesis de una agresión organizada o un escrache orquestado por la política. Pero, si existiera, no parece venir del peronismo, sino más bien del propio oficialismo.

Paso a explicar.

Los ánimos están caldeados por la situación económica y por el reciente escándalo de las presuntas coimas en la ANDIS. Milei hizo de la violencia discursiva su marca registrada y ahora está recibiendo una dosis de su propia medicina en la calle. Lo vemos cada miércoles en el Congreso.

Ahora bien, ¿la custodia presidencial realmente ignoraba esto? ¿Desconocía que militantes de La Libertad Avanza se enfrentaban con tiros, insultos y golpes a opositores en el mismo recorrido que haría el presidente? Imposible. También es difícil creer que se les haya pasado por alto el volquete con escombros en medio del camino, o las provocaciones lanzadas desde la vereda.

Según me explicaron, los custodios de Presidencia realizan una avanzada sobre el lugar una semana antes del evento y otra, minutos previos, para garantizar la seguridad del mandatario. Estudian rutas de escape y procuran que nada obstruya el paso. Sin embargo, esta vez un efectivo terminó fracturado luego de ser embestido por la camioneta que trasladaba a los libertarios, aunque el parte oficial haya consignado que fue un auto particular. Eso no debería haber ocurrido.

Lo cierto es que los piedrazos terminaron sirviéndole al Gobierno, como ocurrió con las agresiones a Karina Milei en Corrientes: le permiten victimizarse en medio de la causa que investiga coimas por medicamentos para personas con discapacidad y muertes vinculadas al fentanilo. Y todo indica que piensan exprimir ese escenario al máximo, manteniendo una agenda firme.

Si militantes kirchneristas reaccionan como se espera frente a las provocaciones, caen en la trampa. Así sucedió en la Facultad de Derecho. Pero también hay personas autoconvocadas que se acercan a repudiar al presidente, más allá de las estructuras partidarias.

La intendenta de Moreno, Mariel Fernández, ya advirtió que le molesta que Milei elija ese distrito para el cierre de campaña del 7 de septiembre. Puede deducir, con razón, que el clima no será el mejor y que las cosas pueden complicarse.

La jugada de Milei en torno a la seguridad es arriesgada. Camina al límite y se expone. Veremos cómo transcurre lo que queda de campaña. Por ahora, el juego de la polarización extrema y la violencia parece servirle al Gobierno, que no duda en alentar esa vía.

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ACÁ FALLARON TODOS:APREVIDE, MINISTERIO DE SEGURIDAD BONAERENSE, AFA, CONMEBOL E INDEPENDIENTE; POR CECILIA DI LODOVICO

ACÁ FALLARON TODOS:APREVIDE, MINISTERIO DE SEGURIDAD BONAERENSE, AFA, CONMEBOL E INDEPENDIENTE; POR CECILIA DI LODOVICO

A esta altura no hay dudas de que los verdaderos violentos de la U de Chile —los que destrozaron los sanitarios y pasaron gran parte del primer tiempo lanzando proyectiles a la hinchada local— ya no estaban en la tribuna cuando la barra de Independiente decidió “hacer justicia por mano propia”. La seguridad privada estaba desbordada.

Lo más grave: pese a los desmanes, la policía no apareció. El ministro Alonso alegó que desde la Aprevide habían pedido suspender el partido y que la Conmebol no los escuchó. Una justificación insólita. Tan insólita como que la Conmebol ignorara a las autoridades locales mientras las cámaras mostraban con claridad los delitos que se estaban cometiendo. Son delitos de acción pública, que requieren intervención inmediata.

Entonces, ¿qué pasó? ¿Pesó más la decisión de una entidad deportiva que el riesgo de vida de miles de personas dentro de un estadio? ¿Y la AFA? Optó por hacerse la distraída mientras la parcialidad local tomaba con facilidad la tribuna visitante.

El fiscal Mariano Zitto tuvo que revisar uno por uno los casos de más de 100 hinchas chilenos detenidos fuera del estadio por la Bonaerense. Ninguno tenía antecedentes violentos. Todo indica que los detenidos eran simpatizantes comunes —no barras—, golpeados y desnudados por la barra de Independiente. Ninguno de los protagonistas de la escena más brutal terminó detenido. ¿Sorprende? No.

El escándalo escaló tanto que intervino el propio Estado chileno y hasta el presidente del país vecino reclamó por la situación. Finalmente, todos fueron liberados: no había pruebas que los vincularan con los incidentes.

Quedan demasiadas preguntas abiertas. ¿Cómo se dispuso a la hinchada visitante debajo de la local sin siquiera colocar una contención? ¿Qué rol cumplió el Ministerio de Seguridad de la Nación y Migraciones? ¿Hubo coordinación con las autoridades chilenas o falló ese primer filtro?

Preguntas que, como tantas veces en el fútbol argentino, difícilmente encuentren respuesta.

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EL INOPORTUNO DESPIDO DE 24 POLICÍAS Y EL OPORTUNISMO DE LA LIBERTAD AVANZA; POR CECILIA DI LODOVICO

EL INOPORTUNO DESPIDO DE 24 POLICÍAS Y EL OPORTUNISMO DE LA LIBERTAD AVANZA; POR CECILIA DI LODOVICO

Inoportuno.
En política, hay un factor que puede marcar la diferencia entre una victoria y una derrota: el tiempo.
Manejar los tiempos con inteligencia puede desactivar una bomba… o hacerla estallar.

Esto lo supo bien Cristina Kirchner, que se postuló como candidata en las elecciones legislativas de septiembre, justo antes de que la Corte Suprema confirmara su condena. Hoy cumple prisión domiciliaria con tobillera electrónica.
Esa habilidad para jugar con el calendario parece haber desaparecido en el gobierno bonaerense, que firmó el desplazamiento de 24 policías acusados de organizarse políticamente en favor de Maximiliano Bondarenko, ex policía y flamante candidato de La Libertad Avanza. Un completo desconocido hasta entonces para la mayoría de la opinión pública.

¿Se puede ser más inoportuno?

Con una sola firma, la administración de Axel Kicillof le regaló a la oposición el mejor spot de campaña.
La tropa de Patricia Bullrich se enteró por los diarios y, con la velocidad de tiburones que huelen sangre, saltaron sobre el tema. Lograron victimizar no solo a los policías expulsados, sino también al propio Bondarenko, que incluso se quebró en vivo. Esa imagen fue la frutilla del postre.

Pocos se detienen a preguntarse si, en efecto, la delegación completa de la Superintendencia de la Policía Ecológica —donde prestaban funciones los acusados— hacía espionaje o militancia partidaria con recursos provinciales para beneficiar a La Libertad Avanza. O si Bondarenko preparaba un complot.
La discusión ya se corrió de eje.

Se puede decir que al equipo de Kicillof no solo le salió el tiro por la culata, sino que además se disparó en el pie.
Hay una investigación judicial y otra administrativa en curso. Es probable que, eventualmente, los agentes terminen fuera de la fuerza. Pero otra vez, el factor tiempo juega en contra del oficialismo y a favor de la oposición: La Libertad Avanza ya planea poner abogados a cada uno de los policías para embarrar la cancha y estirar la causa por años.

Todo esto ocurre mientras otra polémica envuelve al kirchnerismo: la propuesta del senador Oscar Parrilli de prohibirles a los policías el uso del baño del Congreso. Una idea tan innecesaria como inoportuna, que le dio letra a la oposición durante días y volvió a mostrar al oficialismo corriendo detrás de la agenda.

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¿QUÉ PASA CON LA SEGURIDAD EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES?; POR CECILIA DI LODOVICO

¿QUÉ PASA CON LA SEGURIDAD EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES?; POR CECILIA DI LODOVICO

El asalto y ataque al periodista Gómez Rinaldi en Recoleta fue el último de una serie de hechos violentos que se vienen registrando en las últimas semanas en la Ciudad de Buenos Aires. Un cúmulo de episodios que deja en el aire una sensación conocida para los bonaerenses, y que nos obliga a preguntarnos: ¿sigue siendo segura la Ciudad?

Repasemos.
Gómez Rinaldi recibió dos puntazos cuando intentó recuperar su celular, que le habían arrebatado justo cuando estaba por subirse al colectivo 39.

Apenas un día antes, no fue un día más. En los dos extremos del territorio porteño se registraron situaciones similares, que terminaron con un delincuente muerto y otro herido.

Por la mañana, en Barracas, un subcomisario de la Policía de la Ciudad le disparó dos veces a un motochorro que le rompió el vidrio del auto con un fierro e intentó asaltarlo. El cómplice del herido escapó ni bien escuchó los disparos.

Horas más tarde, en Almagro, un agente de la Policía Federal baleó a otro delincuente que intentaba robar un auto estacionado, también rompiendo una ventanilla. Cuando el ladrón sacó un arma, el efectivo reaccionó más rápido y le disparó en una pierna.

A comienzos de semana, otra secuencia incluyó persecución y tiros tras el robo de una camioneta a una mujer en Villa Devoto.

Es como si los márgenes de la inseguridad del conurbano avanzaran con lentitud, pero con paso firme, sobre el territorio porteño. Un territorio que hasta no hace mucho parecía blindado ante este tipo de episodios.

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EL CASO THIAGO CORREA Y LA FALTA DE RESPUESTAS; POR CECILIA DI LODOVICO

EL CASO THIAGO CORREA Y LA FALTA DE RESPUESTAS; POR CECILIA DI LODOVICO

Finalmente, la Justicia decidió liberar al policía responsable de la muerte de Thiago Correa, el nene de 7 años baleado en la cabeza mientras esperaba el colectivo en una parada de Ciudad Evita.

La determinación judicial deja una sensación de desolación total. Primero, ante la inseguridad. Después, frente a las ambiciones políticas que terminaron por devorar cualquier atisbo de humanidad.

Antes de que su muerte fuera oficialmente confirmada, Thiago pasó de ser una víctima a convertirse en rehén de la disputa entre Nación y Provincia. De un lado, la inoperancia de Kicillof ante una crisis de seguridad evidente; del otro, la fría reacción de Bullrich, más preocupada por capitalizar el hecho que por comprender su gravedad.

Según el lugar que se ocupe en la grieta, una verdad tapa a la otra. Pero ambas verdades —el descontrol policial y el abandono estatal— conviven en una dolorosa armonía.

Nadie cree que el policía Facundo Fajardo haya querido matar a un nene. Pero tampoco hay dudas de que actuó con una irresponsabilidad inaceptable. Su deber era proteger, y en cambio vació el cargador sobre una amenaza que ya escapaba. Terminó matando a un inocente.

El juez y el fiscal coinciden en que hubo un exceso en la legítima defensa: un homicidio. Para el juez, sin intención. Para el fiscal, con conocimiento de que disparar de ese modo podía terminar en tragedia.

En cuanto a los delincuentes que lo asaltaron, aquellos a quienes Bullrich intentó responsabilizar por la muerte de Thiago, seguirán detenidos, imputados por tentativa de robo agravado. Podrían recibir hasta diez años de prisión.

Fajardo, en cambio, irá a juicio en libertad. Una de cal y una de arena para él. El juicio definirá su futuro mientras carga con el peso de una vida que no podrá devolver, como su padre cargó a Thiago en brazos durante sus siete años.

Nada de lo que digan sus defensores o detractores en el mundo de la política podrá cambiar eso.

Mientras tanto, los padres de Thiago —los únicos que no eligieron estar en esta guerra— suplican por una justicia sin grietas para su hijo.

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LA HERENCIA DE BEATRIZ SARLO Y EL CUENTO DEL ENCARGADO; POR CECILIA DI LODOVICO

LA HERENCIA DE BEATRIZ SARLO Y EL CUENTO DEL ENCARGADO; POR CECILIA DI LODOVICO

Si el episodio del portero y Beatriz Sarlo fuera un cuento, sería simple, bello, y hasta arrancaría más de una sonrisa.

«Quedás a cargo de mi departamento después de mi muerte, y también quedás a cargo de mi gata Niní, que te aprecia tanto como te aprecio y valoro yo», dice, con sencillez, el supuesto testamento: una nota escrita a mano, con birome.

Si ese documento es real, Sarlo dejó plasmada —con muy pocas palabras— la gran obra de su vida. Imaginémosla como una picardía post mortem que terminó catapultándola al gran público, lejos de los libros y más cerca de LAM.

En ese caso hipotético, parece poco probable que desconociera que su decisión despertaría un escándalete digno de los programas vespertinos.

Enfrascados en nuestra burbuja cultural, no habíamos reparado en que a la reconocidísima Sarlo le faltaba un último territorio por conquistar: la intimidad de la masividad.

Y fue esta semana, con esta inesperada novedad, que Sarlo llegó a los programas de la tarde, donde los conductores contaron —con pasión— una trama que tiene un villano con nombre perfecto para un cuento: el portero Melanio Alberto Meza.

Todo comenzó cuando amigos de la intelectual se alarmaron al ver en venta los discos del cineasta Rafael Filippelli, última pareja de Sarlo, ya fallecido.

Se entiende eso de aferrarse a lo material. Pero, ¿había pedido la pareja mantener a salvo esos discos? ¿O habrían querido que cumplan otra función más allá del recuerdo inerte? ¿Habrían querido que vuelvan a sonar? ¿Significaban algo para ellos?

¿Somos ideas o somos cosas? ¿Dejamos una huella material o conceptual? Pensamientos demasiado profundos para debatir un sábado a la tarde, pero inevitables en este caso.

También fueron sus propios amigos quienes nos tranquilizaron al informar que la obra de Sarlo —esa que ella misma quería que perdure— está a salvo y en buenas manos.

En el medio quedó herido el marido, Alberto Sato, quien se presentó como heredero al conocer la pretensión de Meza.
La Justicia fue clara: un rotundo no con todas las de la ley. Estaban separados de hecho hace más de 50 años. Ningún juez puede reescribir el Código Civil para sacar del medio a un portero.

Ahora bien, si la nota no fuera real —algo que un peritaje definirá—, y si todo se tratara de un plan cruel para usurpar la casa de Sarlo, hay que decir que Meza, con sus supuestas malas intenciones, nos regaló una curiosa pero efectiva forma de volver a poner en escena a la ensayista: una de las analistas más importantes y lúcidas de este complejo pero animado país, que hoy la tiene —una vez más— como protagonista.

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