«Si mi vos muriera en la tierra», de Rafael Alberti. Maridada con «Shake it out» de Florence and the Machine.
Si mi voz muriera en tierra llevadla al nivel del mar y dejadla en la ribera.
Llevadla al nivel del mar y nombradla capitana de un blanco bajel de guerra.
Oh mi voz condecorada con la insignia marinera: sobre el corazón un ancla y sobre el ancla una estrella y sobre la estrella el viento y sobre el viento una vela!
Qué vergüenza carezco de monstruos interiores no fumo en pipa frente al horizonte en todo caso creo que mis hueso son importantes para mí y mi sombra los sábados de noche me lleno de coraje mi nariz qué vergüenza no es como la de Goethe no puedo arrepentirme de mi melancolía y olvido casi siempre que el suicidio es gratuito qué vergüenza me encantan las mujeres sobre todo si son consecuentes y flacas y no confunden sed con paroxismo qué vergüenza diosmío no me gusta Ionesco sin embargo estoy falto de monstruos interiores quisiera prometer como Dios manda y vacilar como la gente en prosa qué vergüenza en las tardes qué vergüenza en las tardes más oscuras de invierno me gusta acomodarme en la ventana ver cómo corre la llovizna corre a mis acreedores y ponerme a esperar quizás a esperarte tal como si la muerte fuera una falsa alarma.
Texto de la columna «Animales Heridos», de Leila Guerriero:
De eso se trata todo esto: de vivir a ciegas
El tiempo no regresa.
Lo único que se puede hacer es no pasar de largo.
Estar ahí para la pasión tardía,
para el que llega postreramente herido.
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