
JUSTICIA DIVINA Y BOBA: EL CASO MAKINTACH; POR CECILIA DI LODOVICO
Qué difícil es creer que nadie se dio cuenta. Julieta Makintach, como bien dijo su colega Di Tomasso, manchó a la Justicia argentina. Pero ¿fue ella sola? ¿No fue acaso Justicia Divina —el documental que protagonizó— la obra maestra que muestra con crudeza la verdad de la milanesa? Que la Justicia no solo es divina… también es boba.
Makintach no es, ni será, la primera jueza argentina que se sube a un pedestal para “resolver”, como ella misma dijo, los problemas de la sociedad. Lo insólito es hacerlo mientras actúa en una película sobre la muerte de Diego Maradona, uno de los íconos más complejos y polémicos del país. ¿Una magistrada protagonizando un documental mientras sigue en funciones? Parece un guion de ficción judicial.
¿Se creen los jueces seres superiores al resto de la humanidad? Tal vez sostener el ego desde el estrado sea parte del trabajo: al fin y al cabo, deciden sobre el destino de quienes caen bajo su mirada, transformados en expedientes.
Pero cuando esa actitud se vuelve carne, cuando la encarnan, los aleja de la realidad. Señores jueces: ustedes también son humanos. También son parte de la sociedad. Así lo remarcó la propia Makintach en el documental Justicia Divina. Y aunque dichas por ella puedan sonar como frases vacías, no lo son. Porque hay una verdad incómoda que se impone: ustedes juzgan, sí, pero también son juzgados. Por la sociedad. Por la opinión pública. Por los medios.
Si no, pregúntenle a la propia Makintach, que se expuso con torpeza ante los ojos de todos, generando un escándalo judicial que aún sacude a Tribunales.
Aclaro: no generalizo. Muchos jueces son probos, nobles y dedicados. Y, a decir verdad, un poco de vanidad nunca viene mal. Por algo son ustedes y no otros los que tienen la responsabilidad de decidir sobre la libertad de las personas. Pero no pueden hacerlo sin ética, sin límites, sin autocrítica.
La breve incursión de Makintach en el mundo de la actuación también dejó al descubierto la falta de agudeza del resto del tribunal y de otros actores del Poder Judicial. ¿Cuántos capítulos más iba a filmar su señoría hasta que alguien la delatara? ¿Nadie lo notó? ¿Ningún colega, secretario, fiscal, defensor, periodista o superior?
Es cierto: la Justicia está representada por una mujer con una venda en los ojos.
Qué distraída. Siempre creí en el cuento de que esa venda simbolizaba la imparcialidad.
¿O será que los bobos somos nosotros?
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