Milei volvió al país y firmó el proyecto de reforma laboral. Pero lo que apareció no fue exactamente la reforma que se venía anticipando: llegó otra, distinta, inesperada incluso para parte del propio oficialismo.

“Es necesaria una reforma laboral”, aclaró Marcelo Veneranda al comenzar su editorial semanal en El que calla otorga . Y agrega: “Todos conocemos alguna pyme que tuvo que cerrar por un juicio laboral o que podría contratar más gente y no lo hace por el riesgo que implica. Además, hace 13 años que no se crea trabajo formal”.

Los números acompañan ese diagnóstico. Desde 2012, la población crece y los trabajadores formales decrecen. Solo desde noviembre de 2023 hasta hoy se perdieron 200 mil empleos registrados.
Los nuevos trabajos que aparecen están, mayormente, del lado del cuentapropismo, de la informalidad o del autoempleo precarizado.

En este contexto se discute la reforma laboral.

Un informe reciente del Instituto Gino Germani fue aún más contundente: 7 de cada 10 trabajadores no llegan a cubrir una canasta básica. No alcanzan al millón de pesos. Entre los formales, el 58% está por debajo de ese piso; entre los informales, la cifra sube al 88%. La canasta básica hoy ronda los 1.200.000 pesos.

 

“Por eso decimos: hace falta una reforma laboral”, sostuvo Veneranda. “Era una discusión que el peronismo en el poder tenía que dar. Probablemente una reforma progresiva, ampliando derechos. Pero el peronismo no lo hizo”.

Por lo bajo, muchos sindicalistas admitían que si esa reforma avanzaba podían perder afiliados.
Y así, con el tema encapsulado durante años, la reforma terminó en manos de un gobierno liberal que ahora avanza donde otros no quisieron avanzar.

“Ahora, esa reforma que el peronismo no quiso discutir la va a hacer un Gobierno liberal, y a llorar al campito los que se durmieron”.

¿Qué propone la reforma?

El proyecto que ingresó tiene puntos críticos:

Rediseño del cálculo de indemnizaciones: ya no sobre los sueldos más altos, sino sobre un promedio que excluye aguinaldo y complementarios.

Remuneraciones ya no solo en pesos: A partir de ahora, puede pagarse tanto en moneda extranjera como también con alimentos o vivienda.

Jornadas laborales flexibles, no necesariamente de ocho horas.

Vacaciones fraccionadas.

Más actividades consideradas esenciales, lo que reduce el margen para ejercer el derecho a huelga.

¿Fin de la cuota sindical? No. Esa parte, que afecta directamente a la caja de los gremios, quedó afuera. No se toca. El Gobierno ya perdió esa batalla en el proyecto anterior y el oficialismo decidió no insistir.

“La parte que afecta los derechos de los trabajadores, sí se trata. La que afecta la caja de la casta sindical, no”. destacó Veneranda.

Ese recorte despertó una interna feroz dentro del propio gobierno. De un lado, Patricia Bullrich y Federico Sturzenegger querían avanzar contra los sindicatos; del otro, Martín Menem y Santiago Caputo cerraron filas para no abrir un conflicto frontal con el sindicalismo.

“Son maravillas de un Gobierno con una lógica propia”, ironizó Veneranda. “Cuando el Gobierno se queda sin nadie para pelear, se pelea puertas adentro. Pero eso sí: hay castas que no se tocan”.

Escuchá el editorial completo acá