El triple crimen de Lara, Morena y Brenda volvió a exponer con crudeza la violencia narco en Argentina. Las tres jóvenes fueron asesinadas por una banda vinculada al tráfico de drogas, un fenómeno que se extiende sin freno y que pone en evidencia las fallas del Estado en todos sus niveles.
Para comprender la dimensión de este problema, en Ya no hay vuelta atrás conversamos con Julio César Pose, exagente de inteligencia con más de cuatro décadas de experiencia en operaciones nacionales e internacionales vinculadas al narcotráfico. Considerado por la DEA como “el infiltrado perfecto”, Pose fue convocado en los años noventa para trabajar en la investigación sobre la triple frontera y la causa AMIA, y es autor del libro El agente, donde relata parte de su vida encubierta.
En diálogo con Claudio Gurmindo el exoperativo analizó el crecimiento del narcotráfico en la Argentina, la falta de control en las fronteras y el deterioro de las estructuras estatales encargadas de combatirlo:
“Argentina es un país de paso dentro del narcotráfico internacional. Tenemos un colador en las fronteras, los puertos están desbordados y hay una enorme complicidad política y judicial”, advirtió.
Pose explicó que el país ocupa un rol estratégico como punto de salida hacia Europa, Asia y África, aunque aclaró que el fenómeno se complejizó en los últimos años:
“El argentino no era narcotraficante por excelencia. Se fue haciendo, en combinación con colombianos, ecuatorianos y europeos que vienen a sacar sus productos de acá”.
Según el especialista, el tráfico local se volvió inmanejable y hoy representa una amenaza directa en los barrios más vulnerables:
“El narcotráfico en los barrios carenciados es inmenso. No veo soluciones ni combate. Antes se trabajaba: no se los dejaba crecer, se los iba a buscar. Hoy los muchachos no tienen ganas de trabajar”.
Para Pose, la falta de control no responde solo a limitaciones materiales:
“No hay nada que sea caro para controlar al narcotráfico. En definitiva, estás haciendo un bien a la sociedad. Lo que hay es falta de voluntad, y detrás de esa falta de voluntad, complicidad”.
El exinfiltrado también describió las dificultades que enfrenta un agente en Argentina:
“La vida de un agente antinarcóticos es un desastre. No hay contención, no hay amparo legal. Tenés dos vidas: una infiltrado y otra familiar. Cuesta despegarse de eso y ser normal. Por eso cada vez menos policías quieren ser infiltrados, porque no vale la pena”.
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