Esta semana estuvo signada por el bombazo de la prisión CFK, que finalmente será domiciliaria. CFK, dos veces presidenta, una vice y una indiscutida protagonista de la política argentina, ahora de la oposición, con un intento de homicidio a cuestas, no será nada fácil de custodiar.
La novedad también generó pequeños estallidos, movilizaciones y cortes en diferentes accesos a la capital federal, por ahora, el protocolo antipiquetes queda a un lado para evitar un mal mayor.
No será de extrañar que los sectores cirstinistas más férreos intenten algún tipo de golpe de efecto violento como el ataque al edificio de TN y canal 13. Los panfletos que sobrevolaron en la puerta de Paseo Alcorta con una amenaza en relación al encierro de Cristina en la sede de PFA en Cavia, es otro ejemplo que, esperemos, quede en espuma.
Tapado por CKF quedó otro hecho preocupante: la muerte de Thiago Correa, el nene de 7 años baleado por un policía federal que se defendía de un robo. También mató a un ladrón con los 11 tiros que disparó de su arma reglamentaria.
El policía, Facundo Fajardo, recibió el respaldo de Bullrich y el caso puso sobre la mesa, una vez, más, la inseguridad en el conurbano.
Fajardo, cuando fue abordado por los 4 ladrones, estaba con su mamá a la parada de colectivos en Ciudad Evita. Según transmitieron sus compañeros, la mujer lo solía acompañar por miedo a los robos en la zona.
En cambio Thiago, iba en hombros de su papá, contento y en camino a la casa de su mamá con quien nunca puedo encontrarse.
¿Debería ser encarcelado el policía? ¿Debería estar en su casa?
Son preguntas que deja el caso sobre el mesa y que deberán ser discutidas no solo por la política si no también por la sociedad.
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