Ya hacia el final del gobierno de Rodríguez Larreta algunas fuentes venían advirtiendo que, en cada esquina de la Ciudad de Buenos Aires, había “bombas a punto de explotar”. Y, efectivamente, vienen explotando una tras otra.

Es el caso de las personas en situación de calle que no reciben la atención adecuada. No solo por falta de recursos, por la inexplicable ausencia de consenso en el Congreso para modificar la Ley de Salud Mental, sino también por la falta de decisión política para cambiar una realidad que esta semana dejó dos casos resonantes, aunque haya microhistorias que nunca llegan a la luz pública.

Se trata de la muerte de la mujer brasileña que vino a visitar a su hija —estudiante de Medicina—, que fue atacada en Balvanera y murió tras caer golpeada al suelo. También del episodio de las alumnas de la FADU que fueron acosadas en Ciudad Universitaria.

«La política mira para otro lado. No se entiende bien por qué», demandó Cecilia Di Lodovico en El lunes puede esperar.

Y agregó: «es importante aclarar que no se trata de criminalizar a estas personas que deambulan hasta desbordarse. Se trata de ayudarlas. El estado debería hacer algo y no lo está haciendo».

En su primera gestión, la era Macri, Patricia Bullrich había prestado atención a este aspecto y creó “Barrios Seguros”, un programa de intervención territorial para alejar a los chicos de las adicciones y de las bandas criminales. En este período brilló por su ausencia. Si sigue vigente, no se puso demasiado esfuerzo en difundirlo.

Lo mismo ocurrió con una iniciativa judicial muy buena del Ministerio Público Fiscal llamada ATAJO. A través de ese programa, por ejemplo, se recuperaron ex bases narco en la villa 31 para abrir bibliotecas y centros culturales. Me parece mucho más efectivo que la idea de tirar y tirar bunkers que, muchas veces, son casas arrebatadas por las bandas a sus dueños bajo amenazas y extorsiones. Ah, pero para la foto sirve.

«Mucho castigo, pocas oportunidades, menos recursos. Así podría resumirse la política actual. Y creo que todos podemos coincidir en que esta mirada sirve de poco y, más bien, puede profundizar el problema», concluyó.

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